Nos dijeron
que rimarnos
no era posible.
Una juventud sin voz
ni versos.
Nos dijeron
que rimarnos
no era posible.
Una juventud sin voz
ni versos.
Nos tratan como lo que somos.
Herederos cautivos.
Nuestros nombres no importan.
Por biografía el silencio.
Éramos los elegidos.
Aquéllos que llevarían
en sus hombros
un futuro de esplendor.
Pero se equivocaban.
A los olvidados.
A todos aquellos que,
precediendo a nuestras vidas,
hicieron posible este mundo
que es nuestro. Seguir leyendo «A los olvidados»
Malditos seamos nosotros.
Malditos por toda una vida.
Por ser felices,
alegres en épocas
de tristeza y llanto. Seguir leyendo «Malditos seamos (los jóvenes)»